lunes, 15 de octubre de 2012

EL NAZISMO Y EL HOLOCAUSTO en la Literatura Infanto Juvenil. ¡Salvate Elías!



EL NAZISMO Y EL HOLOCAUSTO 
en la Literatura Infanto Juvenil

¡Salvate Elías!

   
Texto de Elizabeth Brami 
Esculturas en papel de Bernard Jeunet
Editorial Kalandra -2003-


Es un libro que los pequeños comprenderán poco a poco, a medida que sepan qué son las guerras, los efectos que producen en sus víctimas y la huella que dejan en nuestra historia.



El protagonista de este relato ambientado en Francia es un niño de 7 años al que sus padres dejan al cuidado de unos granjeros para protegerlo de la persecución que sufren los judíos durante la II Guerra Mundial.


"Escucha bien, Elías. A partir de ahora, te llamas Emilio, ¿entiendes? Y el señor y la señora François  son tu tío y tu tía. Tienes que portarte muy bien. Volveremos".


Con otra identidad y con una familia postiza, Elías afronta la niñez, una etapa de la vida en la que los sentimientos tienen una fuerza incalculable: fuerza, valentía, pero también miedo y desconfianza a que descubran su verdad.

Elías no quiere perder la esperanza de que sus padres vuelvan algún día. Mientras la realidad le ofrece su cara menos amable: lo ridiculizan en el colegio, los mayores lo rechazan por su origen oscuro y sólo es amable con él una niña, que le hace despertar emociones especiales.






Elías se encuentra indefenso ante un mundo sin piedad, capaz de aniquilarse a sí mismo y a su principal fuente de futuro: la infancia. 


El libro está dedicado a los niños que, como Elías, sobrevivieron a la masacre que padeció el pueblo judío, pero sobre todo, a aquellos que no tuvieron esa suerte.

Elizabeth Brami crea un relato rebosante de sensibilidad que encuentra su complemento ideal en la original y laboriosa propuesta artística de Jeunet, basada en las técnicas del collage y la escultura en papel y cartón, caracterizada por la meticulosidad de los detalles y los tonos sombríos. 




Las ilustraciones suscitan diversas sensaciones y segundas lecturas. Creadas con papel maché, cartones, papeles y más, los rostros de los personajes no reflejan ninguna emoción contundente, casi cada página contrapone un ambiente seco (enfatizado por colores ocres, oxidados) a una página blanca que contiene el texto; en su parte baja se pasean animales: patos, ratas, un perro, un animal distinto en cada página, como si nadie sintiera o como si ninguno, niño ni animal, pudiera decir lo que siente. 

Faltan colores, mientras que las texturas y los personajes mismos parecen irremediablemente desgastados.


Si el miedo más profundo de un niño es perder a sus padres, cuando Elías además tiene que renunciar a su propio nombre, pareciera que queda flotando en la nada, que deja de existir. Sólo tiene 8 años y hasta su estrella ha perdido.


La historia que este libro cuenta, es de esas que te hacen volver  una y otra vez a  las páginas cuando terminaste de leer para tratar de comprender el torbellino que pasó sobre tí.



Es así como hay libros que marcan la vida. A veces uno los reconoce desde que empieza a leerlos; simplemente nos encontramos regresando a ellos con tanta insistencia que hay que aceptar que ya forman parte de nosotros.



Estas son ideas que comparto con  lo que han expresado muchos de ustedes.





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